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Diario YA


 

Editorial: "El lince y el nasciturus"

Una de las cuestiones que los obispos deben cuidar especialmente es la comunicación. La sociedad de hoy no es fácil, la labor de propaganda que han desarrollando la masonería y el socialismo (disculpen la redundancia) por desgracia ha calado en millones de personas, y ya las verdades eternas no están presentes en la mente de las mayorías. Hoy, todo se pone en duda.

Por eso, acierta la Conferencia Episcopal al poner en marcha la campaña en defensa de la vida humana que estará visible, en vallas y carteles publicitarios, durante las próximas semanas. Una campaña ingeniosa, veraz y atractiva, acorde a los nuevos tiempos, capaz de ser entendida por cualquiera, desde un catedrático a una víctima de la Logse. Una campaña que pone de manifiesto la realidad del aborto en España: que cualquier bicharraco inmundo merece, por parte del Gobierno socialista (y de casi todas las comunidades autónomas) más protección que un niño no nacido.

Lo ideal sería que estas cosas no hubiera que explicarlas. Lo ideal sería que cualquier persona en pleno uso de sus facultades intelectivas comprendiese que no hay nada más sagrado, más intocable que la vida humana, por la simple razón de que así lo dispuso Dios en la Creación. Naturalmente que también las flores y los animales fueron creados por el Hacedor, y que por esa causa merecen también el respeto de no ser atacados de manera caprichosa e inútil. Pero mucho antes que todo eso está la vida humana desde el momento de la concepción.

Por desgracia, sí hay que explicarlas. Y como un discurso de bioética no llegaría a las grandes masas de población, lo efectivo y correcto es la imagen con pocas y acertadas palabras. El cartel en el que se evidencia que un lince ibérico goza de más protección y derechos que un nasciturus es la mejor fotografía, el mejor resumen posible de la sinrazón que han propiciado la ideología de género y el relativismo moral, dos de las grandes lacras de la Humanidad en el siglo XXI.

Hoy, cuando aún algunos descerebrados del anticlericalismo critican a la Iglesia por no estar adaptada a la modernidad, los obispos responden con argumentos de peso y se adaptan a ella con naturalidad y sin renunciar a la Verdad. Es decir, suaves e incisivos en la forma, y tajantes, inalterables en el fondo. Sólo así, jugando las bazas que son imprescindibles en la sociedad de nuestros días, se podrán seguir defendiendo los principios que desde siempre han salvado al hombre del mal.

Martes, 17 de marzo de 2009.
 

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