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álvaro real y benjamín romero, de la cope, cuentan a diario ya su viaje a tierra santa

"Viajar a Tierra Santa te hace buscar con más ahínco la verdad"

Los dos jóvenes periodistas junto al Padre Rafael, que lleva más de 58 años en Tierra Santa

Redacción Madrid. 24 de marzo.

Álvaro Real y Benjamín Romero son dos redactores del área socio-religiosa de la Cadena Cope que hace unas semanas hicieron uno de los viajes más inolvidables de su vida. Estuvieron en Tierra Santa, viendo de cerca y viviendo la realidad de los cristianos que hay allí, pisando por las tierras que pisaba Jesús de Nazaret, comprendiendo muchas realidades que desde aquí, desde España, se ven a veces distorsionadas por la distancia o los tópicos inventados. Diario YA ha querido saber cómo fue aquel viaje.

¿Qué balance hacéis del viaje a Tierra Santa?

Viajar a Tierra Santa siempre es un viaje especial. No es sólo viaje de ocio, ni de turismo, es un viaje espiritual. Los cristianos siempre decimos que nuestra fe es el encuentro con el Misterio que sale a nuestro paso. En este caso, al viajar a Tierra Santa, precisamente, se realiza el camino contrario, se recorren las huellas del Misterio justo en el mismo lugar donde se hizo presente. Además, ir a Tierra Santa con los condicionantes actuales (Guerra en la Franja de Gaza y en los meses previos a la visita del Santo Padre), aumentan la importancia del hecho de la visita. Teníamos que demostrar que es seguro visitar los Santos Lugares. Desde la Custodia de Tierra Santa se nos ofreció la posibilidad y no dudamos ni un solo minuto en embarcarnos en esta aventura. Sabíamos lo que nos íbamos a encontrar, porque no se trataba del primer viaje, pero las vivencias de los cristianos en Israel y Palestina y sobre todo el ímprobo trabajo de los Custodios Franciscanos nos han impresionado.

¿Se lo recomendáis a cualquier periodista, a cualquier cristiano?

Por supuesto. No sólo es recomendable, sino que es necesario. Primero para cualquier cristiano. El conocer de primera mano el origen de nuestra fe; el tocar con nuestras propias manos y ver con nuestros propios ojos los Santos Lugares; el poder, incluso sentir y respirar el mismo aire de Tierra Santa, convierten la fe en algo vivo y presente. Muchos ateos, muchos que se denominan “modernos” atacan la religión como vestigio, como fábula, como invento de los hombres. A ellos también les recomendaría viajar con la mente abierta a estos lugares para que se dieran cuenta de la grandeza del hecho religioso. Para los periodistas, además, es un viaje en búsqueda de la Verdad del mundo. Para los que amamos la verdad, seguir su senda y su camino también es motivo suficiente para embarcarse en este viaje histórico, intelectual y filosófico. Sin conocer el origen de nuestra civilización y de nuestro pensamiento difícilmente podremos hacer una contribución a la verdad dentro de nuestras informaciones.

¿Realmente es seguro viajar a Tierra Santa?, ¿por qué?

Tanto como que estamos aquí y deseando volver en cuanto podamos. Los viajes a Tierra Santa, planificados y estructurados por los Franciscanos y por la Custodia son totalmente seguros. No se conoce ningún problema, ninguna muerte, ningún altercado con los peregrinos. La Custodia de Tierra Santa lleva muchísimos años organizando viajes de este tipo y los peregrinos son cuidados, incluso mimados en sus viajes a Tierra Santa. En Israel tanto judíos como palestinos viven del Turismo y de este tipo de peregrinaciones. Es verdad que, en momentos coyunturales, los viajes a Tierra Santa pueden ser inseguros y peligrosos y en ese mismo momento son las mismas autoridades las que prohíben cualquier tipo de viaje o visita a estos lugares. Lo que quizá deberíamos plantearnos los medios de comunicación es la imagen de Israel que ofrecemos, al mostrar siempre los conflictos bélicos y no mostrar nunca la belleza de su tierra, su gente y sus lugares. Quizá, y esto es una autocrítica, estemos contribuyendo de alguna manera a hacer de Tierra Santa una continua imagen de conflicto bélico.

¿Cómo viven los cristianos allí?, ¿están perseguidos?

Más que perseguidos están marginados, pero es normal, porque los cristianos en Tierra Santa representan el cristianismo en estado puro. No están al lado de los poderosos sino, como ocurre siempre con los discípulos de Cristo, de los más débiles. Sufren como “parias” de la Tierra y son los desheredados de la zona. El vivir en medio del conflicto árabe-israelí no ayuda mucho. Hay que explicar que los cristianos en Tierra Santa son una minoría entre los árabes, (que no musulmanes) y se convierten así en minoría de una minoría. La mayoría de los cristianos se encuentran en la zona de Belén y deben vivir con un muro delante de sus hogares. Están encarcelados en sus propias casas y en su propia tierra. Tienen muchas dificultades para encontrar trabajo y viven casi exclusivamente de las compras que realizan los peregrinos. Por eso es tan fundamental tanto la labor de los Franciscanos como la visita de los peregrinos. No obstante, su testimonio de fe es inquebrantable. Son los auténticos “paisanos” de Jesús y defienden los lugares de su paso. Su vida como marginados y como perseguidos no es sino el testimonio vivo de la presencia de Jesús en la tierra. El día que los cristianos desaparezcan de Tierra Santa habrá desaparecido una gran parte de nuestra historia, de nuestra cultura, de nuestra vida y también de nuestra fe.

¿En qué medida influye una experiencia como la que habéis vivido en el trabajo de cada día?

Como comunicadores cristianos, una experiencia tan cercana al Misterio lo que consigue es renovar nuestra mirada de fe. Esto, a su vez, consigue renovar nuestra mirada en las informaciones. Te hace buscar con más ahínco la verdad, te hace implicarte mucho más con los que sufren en aquellos lugares y también comprender muchísimo mejor el Evangelio. Pero seguro que también sucede lo mismo a tantos peregrinos que son maestros, ingenieros, empleados de banca, o amas de casa. Lo que uno siente al volver de Tierra Santa es la impetuosa necesidad de transmitir lo que, el encontrarnos con la verdad, ha hecho en nuestras vidas. Con nuestros compañeros, con nuestros vecinos, con nuestros amigos y también con nuestros enemigos… uno siente la necesidad de gritar a los cuatro vientos la felicidad que supone ser cristiano y abrazar el Evangelio. Quizá esto se note muchísimo más en los que nos dedicamos a la comunicación, pero es una consecuencia común de la experiencia de visitar los Santos Lugares.

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