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Diario YA


 

La democracia, más que cualquier otro régimen, exige el ejercicio de la autoridad. (Saint-John Perse)

Sánchez reclama responsabilidad y lealtad cuando él nunca las brindó

Miguel Massanet Bosch. Seguramente, el señor P.Sánchez, el actual líder del PSOE, se encuentra en unos momentos en los que el peso de las responsabilidades que se comprometió a asumir, cuando se hizo cargo del gobierno de la nación española, le estará creando dudas sobre si cometió una grave estupidez política, cuando decidió aprovechar la coyuntura para presentar una moción de censura contra al anterior presidente del gobierno, señor Mariano Rajoy. Apenas han transcurrido unas pocas semanas desde que la euforia se apoderó del PSOE y los nuevos ministros se han ido haciendo cargo de sus correspondientes ministerios, cuando precisamente uno de ellos, el de cultura, ya tuvo que renunciar a su cargo en un tiempo record, debido a unas ciertas irregularidades con la Hacienda pública y, los otros, se están encontrando con una serie de graves problemas que, unidos a su tambaleante situación motivada por su minoría parlamentaria, les están obligando a poner la carne en el asador para intentar salir con bien de esta primera parte del nuevo gobierno socialista, pese a la insistencia con la que el señor Sánchez viene reafirmándose en su idea de finalizar esta legislatura al frente del ejecutivo, lo que nadie parece creer si la serie de problemas a los que se están viendo obligados a enfrentarse sigue, como hasta ahora, poniéndoles, cada vez más, en graves dificultades para intentar superarlos sin que, los palos del sombrajo se les caigan encima. Inmigración, taxistas, reivindicaciones separatistas, problemas relativos a la aplicación de la Justicia y toda una serie de tropiezos que parece que sólo son un anticipo de los que les quedan por enfrentarse. 

Por el contrario, la llegada a la presidencia del PP del señor Pablo Casado, pese a la oposición interna de algunos de los seguidores del señor Rajoy y, de el mismo  cuando, pese a intentarlo, no fue capaz de disimular el disgusto que le produjo la derrota de la señora Sáez de Santamaría, en la que tenía depositadas sus esperanzas pese a que, prudentemente, se abstuvo de decirlo. Superada esta primera etapa, constituido su equipo, al que se han añadido varios de los antiguos seguidores de Santamaría, incluso el incombustible Arenas; es obvio que el nuevo presidente del PP se encuentre en inmejorables condiciones para iniciar su reforma del partido, en el sentido que, muchos de los que lo abandonaron, quieren que se haga.

Ya existen síntomas de recuperación de votantes, animados por los nuevos vientos que mueven las expectativas del partido y convencidos de que una nueva época ha llegado para que las expectativas, que muchos de nosotros teníamos puestas en el partido de Fraga, se materialicen cuanto antes si se consigue que, el PP, recupere su lugar entre los partidos de derechas (él es, prácticamente, el único al que se lo puede calificar así). Es evidente que el señor Rivera de Ciudadanos no habrá recibido la llegada del señor Casado, al frente del PP, como una buena noticia ya que si, como parece, muchos de los que su partido consiguió arrebatar a Rajoy y su equipo a causa del desengaño que produjo su errante política en temas, como el aborto o el caso catalán, es muy probable que regresen al PP si se convencen de que ha recuperado sus antiguos objetivos y sus valores morales y éticos, de los que nunca se debió apartar.

Resaltan las andanadas que los señores de Podemos están lanzando, poniendo de chupa de dómine al nuevo líder del PP, tachándoles de ser de derechas y de intentar revivir al antiguo partido, al que califican de obsoleto porque, como es fácil colegir, cualquier semejanza que pudieran encontrar entre sus postulados políticos y los que ha vuelto a traer el señor Casado, sería, como se dice de los temas de las películas, “mera coincidencia” por no decir: imposibles. Precisamente, lo que necesitaba el partido de los populares, era que quedara nítida y fácilmente distinguible la abismal diferencia existente entre las políticas de derechas y las de extrema izquierda que hoy están representadas por Podemos, IU, la CUP y ERC. La otra gran diferencia que se ha establecido respecto a la presidencia del señor Rajoy, es la evidente energía con la que el señor Casado afronta el desafío catalanista algo que, como podía esperarse, le ha granjeado el rechazo de sujetos como Torra o Puigdemont que ven, en el nuevo caudillo de los populares, a alguien con el que no les valdrán sus argucias y sus desafíos ya que, como ya ha manifestado Casado, tan pronto se ha hecho cargo de la dirección de su partido, no estará dispuesto a que sigan las amenazas separatistas y los atentados en contra de la integridad de España, dejando claro que lo que él va a pedir del señor Sánchez, si siguen así los intentos de los catalanistas de seguir en su actitud de enfrentamiento con el resto de España, será que se vuelva a poner en marcha el 155, pero no con la debilidad con la que se aplicó en la primera ocasión, que ha permitido que en Cataluña las espadas sigan en alto y que, por añadidura se esté intentando internacionalizar un conflicto que, en modo alguno puede permitirse que cruce las fronteras de España.

El hecho evidente es que España está entrando en lo que se podría calificar de falta de respeto por las leyes, de intentos de las turbas de influir en la administración de justicia, a la vez que se ha caído, por parte del gobierno socialista del señor Sánchez, en un juego de cesiones, tolerancias, pago de favores, acuerdos secretos y compra de voluntades que, evidentemente, pueden tener fatales resultados para el país si, como parece se pretende, se están adquiriendo por parte de la nueva administración una serie de compromisos, subvenciones, transferencias o comienzos de nueva obras públicas, encaminados a satisfacer las exigencias de aquellas comunidades que están ofreciendo su apoyo a los socialistas en el Parlamento de la nación. No entra dentro de las previsiones del señor Sánchez cumplir con ellos, pero si le sirven para que lo mantengan en el gobierno hasta que él crea que las condiciones le son favorables para convocar unas elecciones con posibilidades de ganarlas, es seguro que lo intentará.

Esto, que se ha dado por llamar “postureo”, el poner el señor Sánchez, en boca de cada uno de sus ministros palabras optimistas, críticas al anterior gobierno que sacó del peligro de quiebra soberana a la España que dejó el señor Zapatero, negar las evidencias fingiendo que España se encuentra en una situación preocupante o presentándose como los únicos que tienen un verdadero programa de gobierno, aunque no han sido capaces de preparar unos presupuestos propios debiendo de ceñirse a los del PP sin haber sido capaces de aumentar el techo de gasto porque han sido desautorizados por las votaciones del Parlamento. En realidad, este Sánchez que se nos viene vendiendo como salvador de la patria, no es otro que aquel mismo del “No es no, señor Rajoy”, incapaz de colaborar en nada con el gobierno del PP y desleal hasta la médula con cualquier norma que se pretendiera aprobar aunque fuera favorable a los intereses del España y de su pueblo. ¡Este es quien ahora reclama que se tenga lealtad con su gobierno y que se asuman responsabilidades!, precisamente cuando las posturas que viene adoptando, en cuanto a sus políticas internas, tienen todos los visos de ser un calco de aquellas que vienen propugnando los señores de Podemos, precisamente en un intento de hacerse con el espacio que actualmente vienen ocupando los amigos de Pablo Iglesias y del señor Garzón.

Creemos que ha llegado el momento en que los políticos se desprendan de sus camuflajes, demuestren cuales son su verdaderas intenciones y se muestren ante sus votantes como realmente son. Los tiempos de las ficciones, de las medias verdades o de vivir de las rentas de presentarse como los únicos políticos que no han estado tocados por la corrupción han pasado. Si hubo partidos que fueron víctimas de miembros corruptos ha sido la Justicia la encargada de desenmascararlos. Ahora, el caso de la primarias del PP, ha sido la catarsis necesaria para que, ninguno de los salpicados por los anteriores casos de corruptos, haya quedado dentro del nuevo equipo del señor Casado y, en consecuencia, el PP puede de nuevo presentarse como un partido en condiciones de asumir de nuevo el mando de la nación, sin temor a que la competencia intente sacarle los colores aunque, evidentemente, dada la especial idiosincrasia de la izquierda española, lo van a intentar desde todos los ángulos de la política.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, es preciso que los que estuvimos criticando al PP del señor Mariano Rajoy, pidiendo o exigiendo de los que lo gobernaban, que se sometieran a esta purificación, tan necesaria, para que la regeneración del partido, la vuelta a sus orígenes, la recuperación de todos aquellos valores y tradiciones que fueron el santo y seña de la filosofía de derechas, que fue la que levantó a todos aquellos miembros que formaron parte de él y a aquellos simpatizantes que lo estuvieron votando fielmente hasta que alguien pensó que era mejor que entraran nuevos pensamientos más permisivos y liberalizantes, que creyeron que iban a contribuir a que el partido mejorara y consiguiera un mayor número de votos. Craso error, como se fue demostrando con las sucesivas votaciones en las que, pese a ser el partido más votado, el número de escaños fue decreciendo y la confianza de sus votantes llegó a un punto tan bajo que llegó a perder casi cinco millones de votantes. Confiamos en que, con el regreso de los defensores de las viejas políticas de derechas, estos señores que abandonaron el partido, decidan regresar a su disciplina para el bien de España.

 

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