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Diario YA


 

La progresía radikal pretende exculpar la violencia terrorista utilizando argumentos que desafían el sentido común y la historia

Si hoy es martes, esto es Roma

Laureano Benítez Grande-Caballero. Como ya viene siendo costumbre, cada vez que se produce un holocausto yihadista en alguna ciudad europea salen los pijoprogres de siempre a soltar sus comentarios desde sus barbacanas tuiteras, con los que pretenden exculpar a los terroristas manejando obscenos argumentos en los que se nos hace a todos ―menos a ellos― culpables de las matanzas.

La turba radical ―en la que ya hay que incluir a sectores cada vez más crecientes del PSOE― dice que «recogemos la violencia que sembramos». No creo que se pueda llamar violencia sembrada al hecho de que los cachorros terroristas hayan sido criados en una sociedad de bienestar que les respetaba todos sus derechos, que les otorgaba todo tipo de prestaciones, en un entorno general de blandenguería y buenismo. Ayer masacraron a más de 60 personas en Lahore (Pakistán), la mayoría mujeres y niños, porque los terroristas querían acabar con la celebración de la Pascua católica.

Estamos asistiendo a un tremendo genocidio en Oriente que está exterminando a los cristianos, sin que nadie se dé por enterado, a pesar de que se viene consumando desde hace bastante tiempo. ¿Por qué ni siquiera el Vaticano abrió sus puertas para ayudar en la inmensa catástrofe cristiana de Oriente? ¿Por qué no se hizo un llamamiento oficial a que las parroquias y otras instituciones católicas acogieran a cristianos orientales víctimas de la persecución?

Claro, la foto de las Azores, obsesión de los Willytoledos y Cía. Hagan lo que hagan los terroristas del ISIS, ahí aparecen los mismos de siempre, con la foto de siempre. Pero que me expliquen qué tiene que ver esa foto con los niños católicos destrozados en Lahore, con los cientos de miles de cristianos perseguidos implacablemente, martirizados sin piedad. ¿Había algún belga en las Azores? ¿Había algún niño pakistaní por ahí? Realmente, tampoco es que sea muy necesario pasearse por las troneras del tuiteo, pues esta chusma giliprogre, además de la foto de las Azores, dice siempre lo mismo: que si la Inquisición, que si el genocidio que España perpetró en América.

En estos argumentos tan manidos y falsos se advierte con claridad prístina el sobrecogedor lavado de cerebro que exhiben los pijoprogres, que se limitan a recitar una lección bien aprendida. En cuanto a la Inquisición, los investigadores más prestigiosos sobre el tema coinciden en la actualidad en afirmar que ―como dice Henry Kamen, de la universidad de Yale, en un estudio publicado en 2014― «podemos concluir con probable estimación, que un máximo de tres mil personas pudieron haber sido condenados a muerte durante toda la Inquisición, basados en la documentación disponible», afirmación que representa la perspectiva general de los estudios contemporáneos.

El investigador García Cárcel coincide con esta cifra, ya que, si el total de ejecutados se estima en un 2% de los procesados, aplicando este porcentaje a los cerca de 150.000 encausados durante el período 1560-1700 nos da también la cifra de 3.000. En cuanto a la leyenda negra de las torturas inquisitoriales, por poner un ejemplo, tras una investigación de 7000 casos en Valencia, se comprobó que solo se utilizó la tortura en menos del 2% de los casos. Sobre el genocidio en Hispanoamérica, hay que ser muy ignorante o farsante como para desconocer que la inmensa mayoría de las muertes de indígenas se debieron a las epidemias que llevaron allí los conquistadores españoles. Sin embargo, estas 3000 víctimas de la Inquisición contrastan enormemente con los holocaustos perpetrados por el Armageddón comunista.

Durante la «Gran Purga» realizada por Stalin a fines de la década de 1930, hubo cerca de medio millón de detenidos cada año, pertenecientes a todos los estratos sociales. En el transcurso de los años 37 y 38 se produjeron más de 600.000 ejecuciones. El número total de víctimas de esta «Purga» se estima en torno a los dos millones de personas. Y esta atroz campaña de exterminio fue solamente una de tantas. Para Inquisición la que martirizó a tantos católicos durante la Guerra Civil, hasta el punto de que solamente en el año 1936 fueron asesinados cerca de 10.000, muchas más víctimas que las que produjo la Inquisición en sus 354 años de historia.

Pero, claro, la Iglesia se lo tenía bien merecido, por genocida y torturadora. En fin, que todo el mundo siembra violencia que luego recoge. Si es así, ¿cuándo le tocará al comunismo recoger su parte de la herencia? Dos escritores y periodistas franceses, René Guitton (Cristianofobia. La nueva persecución) y Thomas Grimaux, (El libro negro de las nuevas persecuciones anticristianas) han publicado sendos libros de investigación donde muestran hasta qué punto la persecución a la Iglesia está activa en la actualidad.

Según diversos estudios, en el siglo XX habrían sido asesinados unos 45 millones de cristianos. En cuanto al número de creyentes muertos anualmente por su fe, según una declaración hecha pública en junio de 2011 por Massimo Introvigne, representante de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) para la lucha contra la intolerancia y la discriminación contra los cristianos, se trataría de aproximadamente 105.000 muertos al año.

En el año 2001, por ejemplo, el número de cristianos asesinados por motivos de su fe sería superior a 160.000. En el año 2010, de cada 100 personas que mueren al año por persecución religiosa, 75 fueron cristianos. Habría, según los datos de ese año, unos 200 millones de cristianos en situaciones de persecución. El Papa San Pío X, en las lecciones dominicales de catecismo, pedía a los niños de Roma que aprendieran de memoria sus enseñanzas.

Un día preguntó las características esenciales de la Iglesia y los niños respondieron: «Una, Santa, Católica, Apostólica». Al decirles que faltaba una, se miraron sorprendidos. Al instante, Su Santidad dijo: «¡Mártir!». Siempre hay una película para cada ocasión, y a ésta le cuadra aquel film titulado «Si hoy es martes, esto es Bélgica». Y «esto es Bélgica» podría expresarse también con el tópico de «Yo soy Bruselas». Pero a mí se me ocurre que, tras la matanza de cristianos en Lahore ―aunque esta noticia se venda menos porque las víctimas, además de católicas, no son europeas― sería mejor decir que «esto es Pakistán», o «yo soy Pakistán». Porque, «si hoy es martes, esto es Roma». La de Nerón, la de los mártires.

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