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Sastre lava con su histórico triunfo la imagen del ciclismo español

El ciclista español Carlos Sastre (CSC), en una prueba mayúscula de pundonor y esfuerzo sobre las dos ruedas, escribió su nombre en una de las 21 curvas míticas de Alpe D'Huez gracias a un ataque para románticos en la primera rampa de la mítica cima, que le proporcionó el triunfo de etapa y además subir al podio como nuevo líder de la general, con serias opciones de defender tan preciado maillot en la contrarreloj previa a París.

   En una montaña para el recuerdo, Sastre, de 33 años, alcanzó su esplendor ciclista, conquistando la cima con un ataque valiente y continuado desde la durísima primera rampa. La carretera entonces se empinó hasta alcanzar un desnivel superior al ocho por ciento y Sastre, recordando en parte los mejores momentos de Lance Armstrong, lanzó su apuesta.

   En el primer intento le siguió Denis Menchov (Rabobank) y el ruso lo pagó caro. Sastre volvió a intentarlo, provocó la crisis del líder de la formación holandesa y abrió un hueco que pudo defender y ampliar hasta la línea de meta. Las dudas se instalaron en el grupo de los líderes, los elegidos que habían llegado a pie de puerto.

   Bernhard Kohl (Gerolsteiner) arremetió al principio, con Cadel Evans (Silence-Lotto), el primer aspirante, aprovechando como en él es habitual cualquier rueda para ir hacia delante. Los hermanos Schleck, con fuerzas y ganas, se retenían, especialmente el pequeño -Andy-. Para cuando Riis, ganador del Tour de 1996 y ahora director deportivo del CSC, ordenó frenar a sus 'chicos' de Luxemburgo, Sastre ya había hecho camino.

   El abulense, con el maillot abierto como consecuencia del calor, envuelto en sus gafas y casco de CSC, pedaleó como nunca en busca de la gloria. Una gloria doble porque no sólo subió al podio como ganador de etapa sino también para vestir por primera vez en su carrera el anhelado maillot amarillo.

   MÁS DE DOS MINUTOS DE VENTAJA

   Sastre incrementó la renta paulatinamente y a falta de cinco kilómetros para meta había superado ya el minuto y medio. La etapa estaba cerca y el liderato también. Evans ponía el ritmo por detrás, pero sin excesiva consistencia, confiando todavía en los 53 kilómetros del próximo sábado.

   El español, sensiblemente emocionado cuando lució por primera vez en su carrera el jersey oro, alcanzó la meta, besó sus manos y elevó el gesto, con la autoridad ética y deportiva de quien ha superado muchas trabas y años como gregario para situarse ahora en lo más alto. Por detrás, a más de dos minutos, Samuel Sánchez (Euskaltel) completaba la epopeya española, con Valverde (Caisse d'Epargne), cuarto. Los líderes a dos minutos y trece segundos.

   Sastre, tercer español en vencer en la cima de Alpe D'Huez, tras Etxabe en 1987 y Mayo en 2003, sale de amarillo del puerto que es historia de esta carrera, con la idea de cumplir la máxima del que sale de amarillo de esta montaña termina ganando el Tour.

   Para ello, el español cuenta con un minuto y 24 segundos de ventaja sobre su compañero Frank Schleck (CSC), un minuto y 33 segundos sobre Bernhard Kohl (Gerolsteiner) y sobre todo 1:34 ante Cadel Evans, su principal rival y que ya le quitó 1:16 en la crono de la cuarta etapa.

   CONTROL ABSOLUTO DEL CSC

   Sastre completó el trabajo del CSC, que controló la carrera desde su inicio. En el Galibier, el primer puerto de fuera de categoría de la jornada, dejó hacer a los escapados, entre los que volvía a estar Stefan Schumacher (Gerolsteiner), protagonista ayer, y el español del Euskaltel Rubén Perez, así como el eslovaco Peter Velits (Milram).

   La formación del líder no permitió demasiadas alegrías a los fugados y al pie de la Croix de Fer, de casi 30 kilómetros de ascensión, sólo disponían de siete minutos de ventaja. Velits, con mejores piernas, lo intentó en solitario y coronó la cima del último obstáculo previo al Alpe D'Huez, pero sólo con minuto y medio sobre el gran grupo.

   Un pelotón comandado, como siempre, por el CSC, que fue desgastando a sus ciclistas. Fabian Cancellara hizo la gran selección y redujo el grupo a unas veinte unidades, Anversen, el campeón noruego, dio continuidad a su trabajo, pero ninguno de los líderes probó suerte ni cambió de estrategia en relación a días anteriores.

   Todo estaba servido para la gran cima del Tour y no defraudó. Agonía y espectáculo en cada una de sus rampas y sobre todo exhibición de un español, Carlos Sastre, que se merece el triunfo y el maillot amarillo, camino de repetir los éxitos nacionales en la mejor carrera del mundo tras Óscar Pereiro en 2006 y Alberto Contador en 2007.

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