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Diario YA


 

Siguiendo la tónica habitual de Woody Allen de filmar una película por año

Magia a la luz de la luna

Victor Alvarado. Siguiendo la tónica habitual de Woody Allen de filmar una película por año, llegó a las pantallas españolas Magia a la luz de la luna. Se trata de la enésima producción que plantea las eternas cuestiones que  circulan por la mente de este cineasta desde una óptica existencialista como el de preguntarse por el sentido de la vida, la muerte y la religión, aunque con matices distintos a los habituales.

Stanley es un mago de vuelta de todo y ateo que intenta desenmascarar a una afamada vidente, a la que muchos culpan de haber hechizado a una familia de multimillonarios americanos, que tiene un romántico pretendiente que la persigue tocando el ukelele.

El citado realizador  nos ha obsequiado con obras muy valoradas por la crítica cinematográfica como Manhattan, Annie Hall, Match Point o Midnight in París. No obstante, Magia a la luz de la luna es una comedia de intriga en la línea de la entretenida Scoop. Probablemente, no será de las más redondas, pero a mí me ha parecido bastante más interesante que alguna de sus entregas más valoradas. Quizás se deba a que, en esta ocasión, no le ha dado por frivolizar con las relaciones de pareja o por burlarse de las creencias de la personas.

El reparto lo conforman secundarios como Eileen Atkins que te hacen creer que la cinta está ambientada en los locos años 20  tanto por sus buenas caracterizaciones como por sus interpretaciones. Estos actores nada tienen que envidiar, por ejemplo, a la histriónica actuación de  Emma Watson, pues  su personaje lo permite. Por otra parte, Collin Firth han conseguido ser el alter ego perfecto del realizador neoyorquino, mejorándolo incluso.

Coincidimos plenamente con Allen en su crítica al esoterismo  y en su interés por desmontar las triquiñuelas de los videntes. En lo que no estamos  tan de acuerdo  es en que se ponga al mismo nivel la práctica sencilla de la fe, apoyada en una religión que la superstición, aunque el tiro le ha salido por la culata, pues la sincera oración del protagonista sería de las más realistas de la historia del cine, sino fuera por la evidente ironía. Y en esta producción más bien optimista, la batalla de las ideas la ganan los creyentes,  siendo el amor el idioma universal que más se aproxima a la opinión que algunos tenemos de la relación del hombre con Dios.
Finalmente, coincido plenamente con el periodista Fernando de Haro en el que le haya salido un largometraje de corte religioso sin pretenderlo.
 

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