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Diario YA


 

“El separatismo es una rara sustancia que se utiliza en los laboratorios políticos de Madrid como reactivo del patriotismo, y en los de Catalunya como aglutinante de las clases conservadoras.” Manuel Chaves Nogales.

El doble juego de la burguesía catalana ¿les fallará ahora?

Miguel Massanet Bosch. Es evidente que el periodista sevillano, Manuel Chaves Nogales, supo acertar en su apreciación sobre el separatismo de la comunidad catalana que, si ahora parece que quienes se han constituido en sus más fervientes defensores, estas izquierdas representadas por ERC o los comunistas de la CUP, hubo otros tiempos en la II República en los que era la propia burguesía catalana la que tomó la iniciativa en esta peregrina teoría de la Cataluña independiente, alejada de la nación española. Según John H. Elliot, en hablando del término “catalanismo”, “hasta entonces reducido al movimiento cultural, comenzó a adquirir un serio significado político en el curso del llamado sexenio revolucionario de 1868 a 1874”, una expresión que empezó a ser utilizada para identificarse por los miembros de la “Jove Cataluña” de la revista “Renaixensa”. En un artículo sobre el tema del catalanismo aparece el siguiente comentario “La Renaixença se consolida en el entorno de una burguesía culta que encuentra en el romanticismo un interés por el propio pasado. Se reivindica un pasado glorioso durante la formación de las diferentes naciones europeas, en la Edad Media”. Después del “Desastre del 98” con la consiguiente pérdida de las colonias españolas en ultramar, durante la presidencia de Cánovas del Castillo, tuvo lugar la constitución de la Lliga regionalista bajo la dirección de personalidades catalanas de la burguesía como Prats de la Ribas, Cambó, Luis Ferrer Vidal, Lluis Puig de la Belacasa etc. La evidencia del carácter burgués de la Lliga la tenemos en la simpatía con la que acogió el golpe de Estado de Primo de Rivera, en 1923, pensando que el general sería capaz de poner fin a los constantes conflictos que la patronal catalana mantenía con obreros y sindicatos. Fue con Francisco Maciá cuando el catalanismo empezó a tener el apoyo de la izquierda con la constitución, por el militar catalán, de la Esquerra Republicana de Cataluña.
Nadie puede dudar de que, quienes han sido los verdaderos inductores de la política del independentismo, quienes han puesto su dinero al servicio de las campañas para captar proselitismo para la causa, quienes vienen apoyando al señor Puigdemont para que pueda vivir como un verdadero magnate en la localidad de Waterloo y quienes siguen pagando a los costosos abogados que vienen apoyando a los independentistas en el exilio o a los que están siendo juzgados en el TS, no son más que grandes personajes de la sociedad catalana que, desde el incognito, siguen financiando los costosos eventos encaminados a seguir manteniendo vivo el espíritu independentista, pese a los constantes desaires y derrotas que están sufriendo a costa de los tribunales españoles que, a diferencia de los políticos de izquierdas, no se han dejado comprar ni por los cantos de sirena de las presiones que se han hecho sobre ellos para que prevaricasen ni por las amenazas y críticas que se les han hecho por juzgar a unos señores que intentaron levantarse contra el Estado español, sus instituciones y la misma Constitución, siendo la mayoría de ellos funcionarios del Estado español.
El doble juego que han pretendido mantener los empresarios catalanes, aquellos que siguen siendo lo que en otros tiempos fue la flor y nata de la sociedad catalán, los que acudían habitualmente a las soirées del teatro de ópera El Liceo, y aquellos que poseían las grandes fortunas conseguidas, en muchos casos, gracias a las dos grandes guerras europeas en las que, afortunadamente, España no participó, pero si se benefició de las compras de todo tipo de materiales, especialmente tejidos, que las potencias beligerantes de ambos bandos precisaban para mantener su economía de confrontación bélica. No parece que, a la vista de sus reacciones, les haya proporcionado los resultados que pretendían al intentar compaginar la marcha próspera de sus negocios, al mismo tiempo que seguían  apoyando, desde el incógnito, la causa independentista. Pero ni Pujol ni Mas ni muchos de los que venían militando en CDC y Unión, entre ellos el señor Durán o el abogado, padre de la Constitución, señor Roca Sunyent eran personas de izquierdas y, por supuesto, nada que ver con la ERC con la que estaban enfrentados.
La forma errónea con la que Convergencia ha llevado el tema catalán, pensando que sería capaz de controlar a sus socios en esta joint venture destinada a conseguir la independencia de Cataluña; las vicisitudes que se ha visto obligada a soportar a causa de los graves errores tácticos del señor Artur Mas, cuando se enfrentó directamente con el Estado español; la evidencia de que la pelota está pasando a manos de la izquierda, dirigida por ERC con el señor Junqueras de víctima, encerrado en la prisión pero dirigiendo desde ella toda la estrategia de su partido, esperando que los acontecimientos; los indultos que seguramente les ha prometido P.Sánchez si fuesen condenados por el TS; la caída en el extranjero de Puigdemont, al que ya ha conseguido apartar de la oportunidad de declararse presidente de la Generalitat desde fuera de España, para asignarse a sí mismo la ocasión de aspirar al cargo. Y, todo ello, sin olvidar el grave impacto que fue, para la antigua Convergencia y para los catalanes separatistas, la acusación que cayó sobre el President Jordi Pujol de haber cometido irregularidades en sus finanzas y posibles casos de corrupción durante su mandato.
Pero ahora son estos empresarios catalanes los que se empiezan a dar cuenta de que todas sus aspiraciones de un país independiente se están alejando y, a la vez que están dejando de tener el control que, durante tantos años, han tenido sobre la región catalana y, especialmente, sobre todo el tejido comercial e industrial que siempre ha venido caracterizando a esta parte del territorio nacional. Les han salido importantes competidores que los han ido desplazando del primer plano de la política. ERC amenaza con conseguir la mayoría en los próximos comicios y las izquierdas extremas van adquiriendo importancia a la par que se está creando una subclase de carácter terrorista, los CDR, a los que se les ha encomendado el trabajo sucio del catalanismo y que, como les ocurrió a los de la banda vasca ETA, todavía no sabemos lo que serán capaces de hacer en el caso de que, los proyectos soberanistas que tan inmediatos les habían vaticinado los políticos catalanes, empiezan a retrasarse y pronto podrán ver que, todo lo que esperaban que iban a conseguir, se va retrasando sin que se cumplan sus objetivos.
Partidos como la CUP y las franquicias de Podemos en Cataluña, amenazan con ir degradando el país, como ya lo está haciendo la alcaldesa Ada Colau con la ciudad de Barcelona, intentando imponer leyes y prácticas propias del comunismo para obstaculizar el libre comercio, poner trabas a un  turismo que se ha convertido en algo prioritario para la ciudad e intentando limitar los derechos de propiedad sobre los inmuebles obligando a alquilarlos y, por si fuera poco, ya se anuncian leyes que pongan límites a los alquileres para las viviendas de construcción libre propiedad de particulares. Es obvio que Cataluña ya no es aquella región de España en la que unos burgueses se permitían el lujo de intentar implantar la lengua catalana excluyendo a la española, que amenazaban con su potencia industrial para asustar el resto de españoles. Las empresas, pese a seguir ocultándolo, siguen dándose de baja de la comunidad para irse a otras regiones donde no haya problemas identitario y, las multinacionales que siguen operando en esta región, están atentas a la evolución de los hechos por si llegase el momento en el que, el afán recaudatorio (uno de los mayores de toda España, superando con creces a Madrid) de la Administración catalana, les aconsejase trasladarse a otro país donde se los trate mejor. Un detalle que, al parecer, no llama la atención del soberanismo catalán: han sido poquísimas las empresas que abandonaron Cataluña para implantar su sede social fuera de la comunidad, las que hayan regresado a ella.
El último leñazo que ha sacudido a los empresarios catalanes, ha sido el gran fiasco que se ha producido en las elecciones para la Cámara de Comercio de Barcelona. Elisenda Paluzie, independentista, presidenta de la ANC, entidad que, junto con el Cercle Català de Negocis, ha apoyado la candidatura Eines de País que, el pasado 8 de mayo, obtuvo la mayoría absoluta en las elecciones a la Cámara de Comercio de Barcelona,  ha dicho que quiere que la Cámara esté al servicio de la “mayoría democrática de Cataluña”. El caballo de Troya que el independentismo de izquierdas catalán ha introducido en territorio que, hasta ahora, había sido feudo exclusivo de la burguesía empresarial de la ciudad de Barcelona. Las consecuencias de esta invasión de las izquierdas no van a ser fácilmente valorables y habrá que esperar a ver como se acaba resolviendo la previsible disparidad de criterios que se puede llegar a producir entre los empresarios de las empresas importantes y todos aquellos siempre se han venido quejando de la omnipresencia de directivos de las grandes empresas. Y ahora, los grandes empresarios del Círculo de Economía, asustados, piden a los grandes partidos (¿cuáles quedan, en realidad, en estos momentos?) para que acudan “al diálogo y la responsabilidad”. Para estos señores que han permanecidos impasibles ante el deterioro del orden, la justicia, el orden, los desmanes y todo lo relativo al problema independentista catalán salen a  la palestra para pedir a aquel Gobierno, del que han estado renegando durante años, para que les saque las castañas del fuego, pidiéndole entre otras muchas cosas que "el reto innovador de la política española después de las elecciones del pasado 28 de abril es entender que el nuevo escenario multipartidista exige crear una nueva cultura de la negociación y el acuerdo. Sólo de esa forma podremos lograr una gobernanza estable que evite la tentación populista". ¿Tentación populista? ¿Quiénes han sido los que han favorecido que este populismo haya acabado con la estabilidad del gobierno?, no sólo en el de España sino en el de Cataluña, que ahora está empezando a padecer las consecuencias de varios años de falta de una gobernanza que se ocupe de algo más que de empeñarse en conseguir la independencia de España.
O así es como, desde la óptica de un simple ciudadano de a pie, vemos como aquello que estábamos viendo venir desde hace tiempo y que, inútilmente, intentamos denunciar, se está produciendo al pie de la letra. Quisiéramos ser optimistas pero la experiencia nos impide que creamos en algo que se nos aparece como imposible.