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Dani Blanco comienza hoy a publicar artículos sobre baloncesto en DiarioYa.es

¿Oro a la vista?

Un partido más de la selección española de basket y una sensación más profunda de que no hay que temer a EEUU en los Juegos de Pekín que empiezan en diez días. Lo de este pasado sábado ante Argentina es la confirmación de que nuestra selección es grande, quizá la mejor conjuntada del mundo. Tiene sacrificio, ganas de hacer todo bien, ganas de convencer a la gente de que hay una continuidad en el grupo que quiere, al menos, igualar lo que se consiguió en Los Ángeles con aquella medalla de plata, techo hasta ahora de los nuestros en una cita olímpica.
 
Los veinticinco puntos de ventaja pueden ser un espejismo si se ve el partido. Estoy sólo a medias de acuerdo con esa apreciación que hizo el seleccionador sudamericano Sergio Hernández al término del encuentro. De espejismo nada porque el resultado es el que es. En este deporte no hay milongas que valgan. Hasta el minuto 40 no se acaba nada y si la selección ganó de 25 es porque en el último cuarto le endosó un parcial de 25-7 a los argentinos y porque la albiceleste no anotó en juego en todo el último periodo, sólo siete tiros libres.
 
Lo del sábado nos dejó varias notas para un breve examen. Primero, España es mejor que Argentina. Es más, ellos no nos pueden meter mano por ningún lado. No hay opción. La selección española tiene diez jugadores, la argentina sólo siete contados. En segundo lugar, la marrullería argentina está de más en estos partidos. Ayer, cinco técnicas en un carrusel absurdo de protestas. En los Juegos habrá que tranquilizarse señores, porque este juego no es así. Prigioni le llegó a decir al árbitro principal que “eran una panda de cagones”. Fuera de lugar.
 
Mientras Argentina está en un juego mezcla de soberbia y de demasiado ego, España está que se sale y suma 35 victorias en 37 partidos. Cuento la era Pepu claro, porque en el fondo fue él quien empezó a forjar la leyenda. Una leyenda que no se detiene…

 

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