Principal

Diario YA


 

“El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas” George Ward.

Calviño pinta una España de cuento de hadas

Miguel Massanet Bosch

Se dice, y no soy yo el que lo contradiga, que la señora Calviño es el mejor activo del que dispone el actual gobierno de Pedro Sánchez.  Es una persona bien considerada en los ambientes económicos, incluso en los europeos, bien preparada y evidentemente una pieza fundamental para frenar las propuestas radicales, del comunismo más obsoleto, de este señor que ostenta el cargo de vicepresidente primero del ejecutivo y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias.

Hemos tenido ocasión de escucharla en el programa matutino que dirige, en La Cope, el periodista Carlos Herrera. Es una persona de verbo fácil, agradable de escuchar y, ciertamente, con don de gentes, algo que es muy de agradecer en este mundo en el que los desabridos sientan cátedra de inteligentes y los necios presumen de inteligencia. En definitiva que si esta señora en lugar de fichar por el gobierno filo-comunista del señor Sánchez se hubiera decidido a hacerlo por el PP hubiera podido encajar perfectamente  en la directiva del señor Pablo Casado.
Pero no lo hizo y tuvo la debilidad de integrarse en un nido de buitres en que el macho alfa es un señor que lo que busca a toda costa es perpetuarse en el poder y que se ha hecho un equipo cuya principal característica es la sumisión total a lo que disponga su jefe de filas; con la particularidad de que, la necesidad de tener el apoyo de los comunistas de Podemos, le ha hecho muy vulnerable a los caprichos del señor Pablo Iglesias, cuestionado en su propio partido y que necesita, a toda costa, hacerse el duro y mostrarse como un aventajado discípulo de Lenín, para conseguir mantenerse en la cumbre y no caer bajo los pies de todos aquellos que gustosamente intentarían sucederle si tuvieran ocasión de intentarlo.
El caso es que, en La Cope,  la señora ministra  - en lugar de estar hablando de un país que lleva ya del orden de 70.000 muertos por causa de la pandemia, que los contagios, en lugar de estar controlados, cada día se dan en mayor cantidad; que el número de autónomos que abandonan el negocio cada vez es más preocupante; que la empresas que cierran o que registran graves pérdidas durante los últimos cinco meses ya superan las 90.000; que la DP sigue creciendo hasta límites impensables, superando con creces el PIB y que lleva camino de ir aumentando en los próximos meses; que el número de parados va creciendo sin que los ERTE se reduzcan, sino al contrario, cada día crecen y el mismo Gobierno ha tenido que llegar a un acuerdo con los empresarios para que se prorroguen hasta el mes de Mayo del corriente año porque, en caso contrario, el peligro de debacle económica y de un aumento del número oficial de trabajadores en paro iba a crecer considerablemente, desdiciendo todo lo que el Gobierno está diciendo respecto a una “ilusoria” recuperación para mediados de este año entrante -  lo que se ha dedicado a comentar, siguiendo el ejemplo del resto de ministros como Ábalos, Calvo, Illa, Grande Marlasca o Mª Jesús Montero del PSOE y ya no hablemos de los ministros comunistas, verdaderos expertos en mentir sin el más mínimo rubor, ha sido a pintar el país como si estuviera a las puertas de una recuperación inminente, con unas perspectivas de volver a la normalidad inmejorables y con unas “magníficas” previsiones de ingresos fiscales que nos gustaría saber de dónde las saca teniendo en cuenta que, una gran mayoría de contribuyentes este año han tenido pérdidas, otros han cerrado y los autónomos que, el año 2020, se dieron de baja por la Covid 19 superan los 183.000.
Habla la señora ministra de un “ajuste fiscal” que, para ella, no significa aumento de impuestos para los ciudadanos y lo presenta como lo que se ha dado por llamar  “armonización fiscal”, un medio de castigar a aquellas comunidades (especialmente las del PP) que han conseguido magníficos resultados bajando los impuestos en lugar de otras, como la catalana, por ejemplo, que ha aumentado de una manera brutal la carga impositiva sobre sus ciudadanos sin que, a la vista está, se haya conseguido nada más que conseguir incrementar el abandono de empresas que se trasladan a otras comunidades, principalmente hacia la madrileña, mientras su ayuntamiento se dedica a su lucha en contra los automóviles particulares, convirtiendo las calles de ciudades como Barcelona, en verdaderos laberintos por los que circular se convierte en una prueba para los nervios de los conductores, sometidos al estrés de colapsos circulatorios continuos y donde es imposible aparcar sin verse obligado a pagar tasas insoportables.
Para la señora Calviño y parece que para todo el Gobierno, el hecho de que en comunidades como la de Madrid, pagando menos impuestos se vaya recaudando más, es algo que no pueden admitir. Les repamplinfa que la señora Ayuso les esté dando un baño de cómo se administra una comunidad sin molestar a los ciudadanos con impuestos confiscatorios y, por ello, lo que pretenden es que todas las comunidades españolas se equiparen a aquellas otras que han castigado a sus ciudadanos con el pago de una carga fiscal mayor sin que, con ello, hayan conseguido una recaudación más elevada ni hayan prestado servicios comunitarios mejores para quienes habitan en ellas.
Europa, por medio de todas sus instituciones, viene presagiando para España la llegada de una crisis económica superior a la que tienen previsto que ocurra en el resto del continente, con motivo de la tercera ola de la pandemia del Covid 19. El FMI también avisa de que España va a tener que superar serios percances económicos. Sólo nuestro Gobierno y nuestra ministra de asuntos económicos, en contra del parecer de todos los analistas expertos en la materia y de los empresarios, que ven el futuro plagado de dificultades, parece que están empeñados en dorarnos la píldora, lo que no quiere decir que ellos sean los únicos sabios, inteligentes, previsores y augures que tengan el don de la ciencia infusa y de la adivinación, los que estén en lo cierto en cuanto a lo que nos espera a los españoles en los años que nos quedan de soportar a este gobierno filo-comunista que nos ha tocado aguantar durante la legislatura.
La piedra filosofal, el Gran Grial del que ahora se valen los socialistas para lanzar su optimismo a los cuatro vientos,  se centra en el hecho de que, por fin y gracias a la colaboración de todas las fuerzas que, de alguna manera, están intentando cambiar nuestro régimen de gobierno y hacernos regresar a aquella fatídica República del Frente Popular, han conseguido que se aprobaran unos PGE en los que confían para poder hacer de su capa un sayo y que, gracias a ellos tener la sartén por el mango a la hora de implantar todas aquellas medidas, incluidas, cómo no, las de tipo fiscal para intentar ( al menos así parece que lo ve la señora ministra) que les permita controlar el exceso de DP, algo que ya viene preocupando a la UE y que ha sido objeto de ciertas críticas desde las estancias de Bruselas. Lo que no parece que vea la señora Calviño es que, si se quiere reactivar la industria, el comercio, las compras y las finanzas de una nación, no se consigue privando a los ciudadanos del dinero para gastar y comprar. El modelo de un Estado que pretende sustituir la iniciativa privada asumiendo todos los aspectos que les correspondería a los inversores privados, a los promotores y a la iniciativa de los ciudadanos ha sido ya descartado por ser un modelo que ha fracasado desde en Rusia soviética hasta en las naciones subyugadas por el Kremlin, de detrás del oprobioso telón de acero, de tan infausta memoria.
Parece mentira que la señora Calviño se atreva a mencionar el “apoyo con el que han contado los PGE dentro del arco parlamentario”, como si todos los partidos y minorías que forman, en la actualidad, el Parlamento de la nación española fueran decididos defensores de nuestra Carta Magna y de las instituciones que se contemplan reguladas en ella. Empezando por el Jefe del Estado discutido y atacado por comunistas y separatistas, hasta la misma Constitución o la unidad de la nación española están puestos en cuestión por una parte del Gobierno y son algunos de los ministros que forman parte del Ejecutivo los mismos que están incitando a que manipuladores de la opinión pública, prensa, TV, radios y agitadores de las calles para que se muestren contrarios a nuestro ordenamiento jurídico, atacando, con su apoyo, la verdadera esencia del actual Estado español y, cómo no, el orden constitucional, tan esencial para que España no se convierta en un caos en manos de quienes pretenden acabar con ella.
La ministra Robles atacó duramente a unos militares que le escribieron al Rey una carta manifestando su preocupación por lo que está sucediendo en España y por la propia continuación del régimen monárquico que consideran, con mucho acierto, que está en trance de ser atacado con el objetivo ( lo dicen los comunistas de Pablo Iglesias) de implantar una república, hija de la II República, el gran fracaso del siglo XX que nos condujo a una situación límite que nos puso, como está a punto de suceder ahora, a punto de caer en manos del comunismo internacional. Gracias a Franco no sucedió.
O así es como, señores, desde loa óptica de un ciudadano de a pie, todos aquellos que seguimos manteniendo nuestras ideas de orden, libertad, derechos individuales, propiedad, libre comercio, enseñanza libre, iniciativa privada, libertad de conciencia, respeto por la vida y prohibición del aborto y derecho a expresar y opinar lo que cada uno piense sin que ello provoque la censura del Estado, estamos convencidos de que puede que, en estos momentos, España esté enfrentándose a uno de los mayores intentos de involución de unas izquierdas que saben que no ganan en las urnas y, en consecuencia, utilizan las calles y el manejo de las turbas para intentar doblegar el Estado de derecho.