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Diario YA


 

CALENTANDO MOTORES

MANUEL PARRA CELAYA. Mientras Pedro Sánchez, teórico presidente del Ejecutivo, ha pasado meses encandilando a los ciudadanos con el apasionante culebrón de la formación de gobierno, con los dimes y diretes con Pablo Iglesias, la creación, más reciente, del submarino Errejón y, sobre todo, con su tema-estrella, que ya sabemos que es la profanación de tumbas, el separatismo en Cataluña calienta motores a marchas forzadas.
    Ante la inminencia de la sentencia judicial de los golpistas procesados, solo la Guardia Civil -que, junto al Corte Inglés, parece ser el único garante de la unidad de España- sigue en estado de alerta y va detectando las curiosas derivaciones de los CDR hacia la resurrección de las tradiciones de aquella Torra Lliure, cuyos restos están acomodados en otros grupos de la misma cuerda ideológica pero de talante democrático.
    El primer ensayo y puesta a punto de las potencialidades separatistas fue el 11 de septiembre, que resultó más bien deslucido e inocuo, pese a la afluencia de autocares pagados con fondos públicos; el segundo, esta misma semana, el 1 de octubre, conmemoración de aquel semeje de referéndum que a Rajoy le cogió con el pie cambiado. Ahora ha sido en concreto cuando han reverdecido los deslucidos lazos amarillos en pecheras y carros de la compra de marujas fanáticas y se han cambiado por otras nuevas las esteladas desteñidas de los balcones de los fieles; las manifestaciones callejeras, los cortes de carreteras y los forcejeos con periodistas tampoco han entusiasmado, en verdad,  en cuanto a participación y arrojo, a sus promotores.
    El momento cumbre en que el separatismo sacará pecho será en cuanto se anuncie la publicación de a sentencia; ya han decretado sus líderes huelga general, desobediencia civil y no sabemos cuántas cosas; son seguras, eso sí, las movilizaciones de masas en todos sus feudos, movidas por las parainstitucionales ANC y Ómnium Cultural. Puigdemont, Torra, Torrent y demás hermanos mártires han anunciado a bombo y platillo que la república catalana es inevitable y que seguirán empeñados en ello; mientras, penden de edificios oficiales y de colegios e institutos pancartas con el lema Lo volveremos a hacer, aviso y amenaza que pasan desapercibidos para las fuerzas políticas constitucionalistas. A pesar de su descalabro, el separatismo no ha arriado ninguna bandera.
    No creemos que se dignen utilizar propagandísticamente la fecha del 6 de octubre de 1934, que algunos hemos estudiado como triste efemérides del doble golpe de Estado contra la Segunda República, cuando, aprovechando que el PSOE lo protagonizó en Asturias, Madrid y otras capitales, Companys se sublevó en Barcelona y salió a arengar a las masas de entonces en el balcón del Palacio de la Generalidad; aquello terminó cuando el Ejército colocó sus cañones en la Plaza de San Jaime y provocó la rendición inmediata de los separatistas; incluso, un oficial se permitió la humorada de lanzar un proyectil de mortero sin espoleta que atravesó la claraboya del sedicioso Ayuntamiento de Barcelona. En aquel 6 de octubre hubo muertos y heridos, lo que es, en opinión fervorosa de algunos cabecillas del actual separatismo, lo que le hace falta al procés para alcanzar alguna cota digna en la historia.
    ¿Cuál es, entre tanto, la posición del Estado español? Sencillamente, verlas venir, con algunos tímidos avisos del Sr. Sánchez de aplicar la Ley de Seguridad Ciudadana y de repetir, si son muy malos los separatistas, el 155 de marras, nos imaginamos que con la misma intensidad y alcances que el que aplicó Rajoy en su día. En la oposición, PP y Ciudadanos le urgen a que tome ya medidas con carácter inmediato, pero da más la impresión de que, tanto las palabras del Presidente como las de sus oponentes, forman parte de una campaña electoral adelantada. Vox es más rotundo, pero los marchamos que le han colocado el resto de fuerzas políticas hacen que sus palabras queden en entredicho para muchos.
    De nuevo, tendrá que ser la gente de a pie -¿acaso también la Corona?- la que dé su respuesta en la calle; dicen que esta vez no será con el pasodoble que viva España de Manolo Escobar, sino con Paquito el Chocolatero, que parece que saca de sus casillas a los separatas, como se vio hace poco en el intento de escrache al Cuartel de la Guardia Civil en Barcelona.
    En todo caso, nos espera un otoño caliente, quién lo duda. Según Torra -que se cura en salud- varios otoños calientes, que recuerdan el cuán largo me lo fiais del Tenorio. Los catalanes que nos sentimos españoles volveremos a pasar días de tensión, en los que renacerán las enemistades entre familiares y amigos, y todos tendremos el corazón en un puño.
    ¡Pobre y triste España, condenada a repetir los momentos más lamentables de su historia y sometida a lo vaivenes de un Sistema y de un Régimen incapaz de renacionalizarla para situarla en los niveles de civismo y patriotismo del resto de naciones europeas!